RUTA SONORA
como ud lo leyó en La Jornada
(31 Dic 2015)
____________________________________
MARCOVICH:
de sonidos únicos y heridas abiertas
(entrevista)
Desde
que hace año y medio, el autor y guitarrista argen-mex Alejandro
Marcovich dejó de integrar por segunda vez la exitosa banda mexicana de
rock Caifanes (el grupo se disolvió
en 1995, para reunirse en 2011 hasta hoy), su vida cambió para bien. Dice
sentirse liberado, más alegre, lleno de energía ante nuevos desafíos artísticos:
“De seguir con aquéllos me sentiría anquilosado”. Su mejoría de salud, tras
serle extirpado un tumor cerebral en 2010, lo tiene tan activo que sólo en 2015
editó un segundo disco solista, Alebrije, y la autobiografía Vida y Música de Alejandro Marcovich.
Sin embargo, tiene un pendiente todavía no resuelto por parte de Caifanes. En
entrevista, habla del álbum y de los motivos del libro: desmentir las calumnias
que se han vertido sobre él y denunciar cómo le han sido quitados sus derechos
patrimoniales.
Alebrije y el
estilo propio
Portada de Alebrije, su 2º disco solista |
Sobre
Alebrije dice: “Las voces aquí son
mías. Yo ya antes canté en los años 80 en Leviatán,
banda de rock, con José Areán (hoy
director orquestal). También canté con Las
Insólitas Imágenes de Aurora (1984-1987, con Saúl Hernández y Alfonso
André, también de Caifanes). Quizá por ser luego guitarrista de una banda
tan conocida, no ubican mi voz, pero soy quien en Alebrije canta, compone, arregla, produce y toca la guitarra. Incluí
canciones compuestas en 1984 y de poco antes de integrar Caifanes (1989); otras
son de fines de los 90, hasta rolas
recientes. Hago una fusión de guitarra eléctrica con bolero, música tradicional
argentina, mambo, cha cha chá. A diferencia de lo que hice con Caifanes, no
parto de baladas de Hernández para ver cómo les meto algo latinoamericano, sino
que compuse directamente sobre aquellos ritmos; algo que hice desde mi primer
solista, Nocturnal (2003): en mis versiones a No Volveré, Gracias a la vida o Canción
Mixteca, quité lo que ya se conoce de ellas, para arreglarlas como si las
hubiera compuesto yo. La cereza del pastel en Alebrije es El Elefante: misma
letra que la original de Caifanes, reinterpretada en una declamación genial de Manuel El
Loco Valdés”.
Marcovich
se caracteriza por tener un estilo propio, distintivo, que abreva de la música
tradicional: “Desde Leviatán quise forjar una guitarra eléctrica
latinoamericana, que no un ‘rock latino’ como el de Carlos Santana. Mi reto era no parecerme a él, quien combina blues
con ritmos afroantillanos. Busqué apegarme más al folclor sudamericano y
mexicano, y bien que mal lo he logrado, pero lo sigo explorando; el trabajo no
termina. Tampoco quería sonar a Jimmy
Page o similares, pues me siento más cercano a Atahualpa Yupanqui, Charly
García, Spinetta, Chava Flores”.
Una autobiografía de
hechos
y denuncias
Portada de su autobiografía |
¿Por
qué publicar una autobiografía a los 55 años? Marcovich: “No tenemos la vida
comprada. Y creo que tenía un cúmulo de experiencias suficientes para hacerlo. También
porque hay quien dice: ‘quiero tocar como tú’. Bueno, ahí está lo que hay
detrás. No ha sido fácil. Hay mucho trabajo, estudio; buenas y malas
vivencias”.
En
oposición a lo expresado por Saúl
Hernández a Notimex (http://bit.ly/1OosBLr
), quien acusa al guitarrista de ejecutar “una campaña en su contra”, el libro busca,
dice, “desmentir la forma en que Hernández me ha estigmatizado desde 1995, año
en que me echaron de Caifanes porque empecé a querer ver contratos y pedir me
aclararan cómo estaban las finanzas. La disquera salió luego con que el nombre
‘Caifanes’ era suyo a nivel patrimonial, pero no es así: sólo lo era a nivel
promocional. Pidieron a Hernández y André ceder sus derechos y accedieron, pero
yo no quise. No lo vi justo. Me mandaron a juicio por supuesto incumplimiento
de contrato. Acabaron quitándome la parte del nombre y las regalías a las que
tengo derecho. Para recuperarlas, debo pasar por la benevolencia de la compañía
(antes BMG, ahora Sony). Pero, ¿por qué no pidieron
también los derechos a Maldita Vecindad,
Fobia, etcétera? ¿Por qué sólo a nosotros? Muy raro; porque desde 1998, Saúl
posee el cien por ciento de los derechos del nombre y de los ingresos
derivados. Esto es muy injusto, sobre todo para nuestros herederos. Al menos
cuando yo estuve en la gira de reencuentro (2011-2013), a André, Diego Herrera, Sabo Romo y a mí nos pagó como empleados. Los cinco deberíamos
tener el mismo derecho patrimonial”.
Precisa:
“Saúl dice que en 1996 yo pedí un millón de dólares para ceder mis derechos al
nombre. Y no fue así. Sólo estimábamos el valor de la marca Caifanes. Porque no sólo aporté un
sonido, sino la chamba que implica
darle un alto valor comercial a la misma. Por ello, lo que hoy hace él es
abusivo y tiránico. Hernández debería sentirse avergonzado por quedarse la
‘tierra’ que todos juntos trabajamos”.
Pero
mientras esto se resuelve, se dice optimista, en otros aires creativos, afín a
la música contemporánea, a la que ya se acercó (Nocturno eléctrico de Antonio
Juan-Marcos): “Artísticamente, se abre ante mí un panorama muy amplio,
lleno de retos”.