Acerca de mí

Mi foto
México DF, Antarctica
escribana que estudió periodismo, ama el rock y sus músicas aledañas, así como la poesía y las relaciones tormentosas

abril 10, 2010

Entrevista a Joaquín Sabina (abril 2010)

JOAQUÍN SABINA: "SOY UN SOBREVIVIENTE DE MÍ MISMO"
(entrevista con Joaquín Sabina) // Por: Patricia Peñaloza
Publicada en el diario La Jornada el 9 de abril de 2010, en contraportada // Allá la nota fue editada por razones de espacio y se le restaron detalles estilísticos. // AQUÍ, LA NOTA ÍNTEGRA, SIN EDITAR. 
***
Por favor, que se ponga Joaquín Sabina. Al otro lado del auricular y del océano, el flaco de Ubeda acaba de recibir un tercer Disco de Platino por Vinagre y Rosas, su quinceavo álbum, el más vendido en España, en 2009. No hay duda: está de vuelta, y en gran forma. Y no sólo por sus altas ventas ni por su actual gira monstruo de 65 cabezas, cada una con llenos totales, sino por ofrecer un trabajo rotundo, circular, la mar de vital, luego de dos producciones algo deslavadas. Sano, fuerte y muy alegre, se prepara para iniciar en México, el próximo martes 13, la segunda etapa de este periplo por América Latina y por su país, tras tres décadas de fructífera carrera poética y musical.
Pero una charla sin él es una oficina: un teléfono ardiendo en la cabina. Difícil será, piensa quien escribe, interactuar con un speaker y no con las dobles intenciones que sus pobladas cejas suelen revelar. Sin embargo, la lija íntima que es su voz, ajada por los 61 febreros que le han pasado encima, le deja al desnudo, aun lo huidizo sparring que suele ser ante las preguntas incómodas, para las cuales siempre tiene lista una divertida e irónica fanfarronada.
En media hora, pasó de hablar sobre el proceso de creación de su último álbum, a hablar del deseo, de la crisis mundial, de lo infame de la acusación contra el juez Baltasar Garzón, hasta externar su opinión sobre la “guerra anti-narco” de Felipe Calderón y la legalización de las drogas.

Cambio de vida
Vinagre y rosas (que tiene más rosas que vinagre), pretexto creativo en turno de Sabina para salir de safari a abrevar vida desde los escenarios, abre la charla, no sin antes comentarle que se le escucha luminoso: melancólico aún, pero no triste ni seco. Dice: “Es una celebración por estar vivo y coleando. Si no estuviera bien de salud, no podría haberme embarcado en esta gira con tantos conciertos, de los que por cierto, seis en el Auditorio, me tienen muy caliente y emocionado”. Se le inquiere si su salud recuperada se debe a los cambios que viene efectuando después del susto que le dio aquel derrame cerebral de hace diez años: “Sí. Cambié de vida. Tuve que quitar el pie del acelerador. No es que haya otro Joaquín, pues el ADN, a esta edad a uno ya no le cambia, pero sí soy un Joaquín más doméstico, más tranquilo. Ya no vivo en los bares ni amanezco en casas que no sé de quién son. Ahora vienen a verme mis amigos a casa. Me tomo de modo más responsable mis conciertos, porque de otro modo no podría darlos. Nunca pensé que llegaría a los 61, sino a los 30 o 40. Soy un sobreviviente de mí mismo. Estoy viviendo una prórroga”.
¿Y acaso esos cambios han influido en tu modo de componer? Sabina: “Creo que estas canciones han salido un poco más de dentro; están más reposadas, como el buen tequila. Antes mi vida era más callejera, más caótica, pero me alegro de haber vivido eso, ¡no me arrepiento de nada! No tengo que echar de menos lo no vivido… porque sí lo viví. Mi cuata Chavela Vargas tampoco se arrepiente de nada, y fíjate la edad que tiene…”.
- Pancho Varona (uno de sus músicos de cabecera, al lado de Antonio García de Diego), me comentó que en Vinagre… está aun más comprometido tu corazón. ¿Es así?
“No he editado canciones con las que mi corazón no esté comprometido… ¡A lo mejor se refiere a que hay otros órganos más comprometidos que antes! (carcajada)… Y bueno, pasa que los dos últimos eran unos discos convalecientes; no mentía el título: Alivio de luto (2005). Ahora no estoy de luto ni de alivio. Estoy disfrutando otras cosas. En realidad, cuando he dicho ‘doméstico’, ¡me han dado ganas de vomitar! Pero no seré tan doméstico cuando llevo 30 conciertos en cuatro países, y no he fallado en uno solo… lo cual me molesta, porque eso ha sido también parte de mi caricatura (risa)”.
-El alcohol, el tabaco, la coca... los has dejado. Cuando uno abandona esos estados alterados, la vida se ve de otra forma. ¿Tu pasión sigue siendo la misma en 2010? ¿Qué te sigue motivando a seguir adelante, no claudicar?
“De la coca no vamos a hablar, porque la dejé hace 12 años. Pero ahora mismo tengo un cigarrillo y un tequila delante de mí, en honor a mi México (¡salud! Y sigue…). Me siguen motivando los retos, lograr eso que uno no se siente capaz de hacer. Cuando vi el plan de giras, temí no poder hacerlo, pero la parte más estrafalaria ya pasó, y aquí sigo: toqué en el estadio de Boca Juniors ante 45 mil personas; ha sido fantástico, y así ha estado en Chile, Uruguay, y 20 conciertos en España… Me siento como si volviera a hacer gimnasia, y mi gimnasia es el escenario; pero fuera de él hay que cuidarse para estar bien… Pero cuidarse con derecho al pataleo, que uno es monógamo, pero no fundamentalista (risas)”, dice con el sigilo de quien ya vivió de cerca el cobro de la vida: una actitud que antes jamás habría ido con su personaje de parrandero eterno.
- La duda siempre te ha acompañado; la duda te da de soñar, te da inquietud para seguir. ¿Sigues dudando? Porque yo veo a tu alrededor muchas certezas: conciertos llenos, discos de platino…
“¡Pero es que me mienten! ¡Me han dado hoy un ‘disco de platino’ y no era de platino, sino de hoja de lata! No me alcanza ni para venderlo y comprarme mis dientes nuevos (risas)”. El cantautor respira y evade el tema de la duda, para retornar solito a lo que más le entusiasma estos días: “No tengo ninguna certeza. Podría morir cualquier día. En mis años de vértigo y acelerones, no tenía tiempo ni para pensar: ‘oye, que estoy vivo, que estoy disfrutando de la vida’. Ahora sí. Gozo de otras cosas. Una sobremesa con amigos es tan maravillosa como antes un afterhours con borrachos. No reniego de lo de antes, ¡pero es que ya no me da el cuero! Y bueno, ¡tampoco estoy diciendo que lo de ahora sea mejor! (risas). Cuando me piden un ‘consejo para la juventud’ y preguntan: ¿tú qué sientes por las drogas? Les digo: Nostalgia.
“Pero no es que me haya quedado solo y aburrido”, dice. Pues a propósito de camaradas, Joaquín ha emigrado de los círculos rocanroleros a los literarios: “Mis amigos son muy borrachos y transgresores. Los poetas son más borrachos que los músicos… Pero igual siempre estuve ahí; sabrás que desde adolescente me consideré más bien escritor, y que lo de cantar fue una casualidad… Cuando voy a México a quienes veo es a Juan Gelman y al Gabo (Gabriel García Márquez), y la verdad son más divertidos que los músicos, que a veces reducen su mundo a las seis cuerdas de la guitarra”.

Vinagre, rosas, tiramisús, champañas
Vinagre y rosas, que incluye temas que suenan a una mesa puesta y decorada (Tiramisú de limón, Viudita de Clicquot, Agua pasada; la epónima Vinagre y rosas; Violetas para violeta, o las maravillosas Virgen de la Amargura y Crisis), se deja ir sobre ritmos algo domesticados (blueses suaves, rumbillas francas, rancheras ibéricas, rocanrolitos de cajón), pero que en Sabina son una excusa más para derramar una lírica soberbia, en esta ocasión refrescada y menos enviciada, gracias a la colaboración del poeta Benjamín Prado. A lo largo de este festín de canciones, mientras Sabina en sepia les toca la tuba, desfilan cual fantasmas los personajes tanto narrativos como melódicos, de muchas de sus canciones, con todo y citas directas: allá van dos mentirosas (Embustera y Nombres impropios) cual la chica de Medias Negras; más allá dos minifaldas corriendo bajo la lluvia, ya sea “ni contigo ni sin ti”, sobre una “calle melancolía”). Acerca del disco, el crítico Diego Manrique escribió en El País, que Vinagre… “era un abuso de oficio y una sequía de verdades”. Pero a estas alturas, Sabina ha pasado esa raya; está en lugares como el de Bob Dylan o Leonard Cohen, en donde el telón de fondo son ellos mismos y su estilo inimitable, el cual ya no tiene sentido mutar.
¿Podría hablar de “autoplagio” Sabina? Dice: “¡Pero es que uno sólo plagia a los grandes!” Risas. Silencio. ¿Respuesta capciosa? “No me ha molestado lo que dice Manrique, es mi amigo. Compréndelo, es un padre de familia… ¡tiene que escribir todos los días! Y bueno, trabajar con alguien más no fue un método nuevo. Para componer siempre me iba a lugares raros, me alejaba de Madrid, de mi familia y mis obligaciones. Usualmente me iba con Pancho (Varona), pero esta vez coincidió que mi amigo Benjamín Prado (quien escribió el libro Romper una canción, el cual narra el proceso de creación de este álbum) estaba hecho mierda porque lo acababa de dejar la novia, y yo estaba hecho mierda porque mi novia no me dejaba tener novia (risas). Dijimos ¿por qué no nos vamos a una ciudad donde nadie nos conozca? Elegimos Praga, pero nos fuimos sin ninguna esperanza. Hicimos una celebración de la amistad masculina, nos fuimos a todos los garitos posibles… Y al contrario de nuestro pesimismo vital, fueron saliendo canciones; unas de amor a Praga, unas de desamor por lo de él, y otras autobiográficas de no sé quién, pero en parte mías”.
Al respecto, Manrique le reprocha falta de creatividad, al tener que buscar a alguien más para escribir, mientras que esta escribiente piensa que lo hizo para, al contrario, no repetirse. Sin embargo, Sabina pulveriza a ambos cronistas: “Es que fue más simple. Sólo nos apetecía exiliarnos de nuestras vidas domésticas. Si salían canciones, bien, y si no, también. No fue tan prefabricado”.
La canción Viudita de Clicquot (nombre de una champaña celebratoria) es un entrañable repaso de su vida: “antes de que tiñera noviembre mis habitaciones, descorché con Viudita de Clicquot… y brindé con el diablo a su salud”. Sobre ella dice: “Sí, es la más autobiográfica. Y es una bebida, ¿eh? Luego creen que me ando cogiendo a la viuda de alguien, ¡pero no! Con ella quise decir: que me quiten lo bailado, pero me inviten a seguir bailando. También me gustan Vinagre y rosas, que es la más mexicana, y Praga (Cristales de Bohemia)”.

Crisis y narcotráfico
El tema Crisis, que retrata el momento actual que el mundo vive, y es la más rocanrolera del disco, no sólo rima maravillosamente “Dame una pastilla de Apocalipsis Now, mientras se apolilla el libro rojo de Mao”, sino que incluye una frase intrigante: “Sábado de noche, México sin coches”. ¿A qué te refieres? Sabina: “Me enfadé mucho con la prensa occidental cuando culparon a México de la influenza, y luego sacaban unas escenas apocalípticas, de gente sin coche, caminando en las calles con máscaras; me parecía una escena de película de ciencia ficción, como de El día después. De ahí salió”.
-En una entrevista dijiste que también te desconcertaban las noticias que te llegaban acerca de la violencia que vive México, a raíz del narcotráfico. Dijiste que no querías creerlo, y que tenías fe en nuestro país…
“Sí, las noticias que llegan son terribles. Y es que como tú y mis enemigos saben, la última vez que vine, comí con el presidente (Felipe) Calderón y con (Joan Manuel Serrat), cosa que me reprochó la prensa mexicana. Nos contó que su punto principal era declarar la guerra total al narcotráfico. A mí me pareció un ingenuo bien intencionado, en el mejor de los casos. Ahora me parece un insensato porque lo que ha hecho con esa guerra declarada, sin saber bien cuáles eran los planes suyos ni los del enemigo… primero, ha descubierto que toda la policía, y parte del ejército, estaban a sueldo no del gobierno, sino de los narcos; y luego, ha creado mucho más caos, más desgracia y más muertes de las que había antes… Así que me confirmo en la única idea razonable, que todo mundo razonable y sensato sabe en este mundo, que es: ¡Que urge la legalización! Cuando se acabó con la ley seca en Chicago, siguió habiendo borrachos, pero dejó de haber muertes y gangsters. Entonces lo que uno haga con su vida, su salud y su cuerpo, no es patrimonio del estado, sino patrimonio irrenunciable de uno mismo”.
- ¿Y la frase “la gorda que teme le aborde un somalí”? La “gorda” es Europa?
“Claro. Es que afortunadamente ha renacido la piratería… ¡pero la marítima! A barcos mercantes o veleros españoles los abordan unos ‘feroces piratas somalíes’; entonces yo veo a una España toda menopáusica, soñando en realidad con que la birle un somalí…”
- ¿Estás criticando al racismo?
“No, al revés. Es decir: las viejas menopáusicas occidentales sueñan con las pollas de los moros y de los negros. Entonces no como racismo, ¡sino al revés! ¡Los ven como superiores! (risas).
-¿Y esperabas tal recibimiento desbordado hacia este disco? Sólo en México harás 6 históricos Auditorios y 12 fechas. ¡Casi un mes!
“No. Estoy muy sorprendido. Porque aparte de la crisis mundial, en España está muy fuerte; hay una crisis particular de la industria del disco y de los conciertos, que realmente tiene mal a mis amigos músicos; el sector está muriéndose, no hay contrataciones… Creo que he sido muy bendecido por los dioses paganos, porque sé lo que cuesta a la gente guardar un dinerito, ir a la tienda y comprarse un disco, en lugar de bajárselo de Internet o comprarse uno pirata”.
-¿Te sientes orgulloso entonces de este trabajo?
“Me siento orgulloso ya de sólo haberlo hecho (risas). Al menos no me da vergüenza oírlo (más risa)”.

Lo de Garzón, una infamia
- Y a propósito de crisis, ¿qué es lo que te duele más de España, hoy día?
“Parece una frase mexicana, pero es verdad: ‘¡los malos gobiernos!’ Cuando estalló la crisis parecía que se iba a reinventar a Carlos Marx, o que se iba a refundar el capitalismo con un rostro humano, pero al final lo que hacen los gobiernos es darle el dinero a los mismos bancos que nos han robado. Entonces, volviendo, la canción Crisis no tiene ninguna tesis política, ¡es sólo un vómito!
- ¿Qué opinas del asunto del juez Baltasar Garzón (recientemente acusado por la derecha franquista por prevaricación, esto es, “dictar a sabiendas, una resolución injusta”)?
“Me parece una infamia absoluta, porque aparte de ser el tipo por el que brindamos con champaña el día que detuvo a (Augusto) Pinochet, ¡no puede ser que el primer juicio que se hace sobre algo que tiene que ver con el franquismo, sea contra él! ¡Me parece inaudito! Y es que todo esto se debe a cosas leguleyas. Incluso entre los propios jueces le hacen pelea, porque si bien ha sido un “juez estrella”, lo ha sido a base de ocuparse de los casos que nadie se atrevía a juzgar, con lo cual se hizo de muchos enemigos”.
- ¿Piensas que es una venganza de la derecha?
“Sí, y de la izquierda también, porque cuando Felipe González estaba en el poder, aquél destapó todo el caso de los asesinatos de estado… Viene de todos lados”.
- ¿Crees que vaya a salir ileso, hay esperanza?
Con audible desaliento, contesta: “Mmm... en serio no lo sé. La cosa está muy fea, lo veo muy mal. La gente que lo queremos, o que no lo queremos, pero lo respetamos y admiramos, estamos tratando de hacer todo el ruido posible”.

El deseo, cada vez más feroz
Se acerca el fin de la charla. Me hacen señales. Preguntas cortas, no menos ricas. ¿Qué es lo que más ilusión te hace de esta visita a México? “Aguantar”. ¿No vas a ‘pachanguear’? “¡Pero cómo voy a ‘pachanguear’ con seis Auditorios seguidos! Tengo planeado, cuando acabe esta gira, pasarme otro año viajando por los mismos lugares donde he estado cantando y no he podido disfrutar. Pasear tan sólo, ver a mis amigos”.
- Joaquín… ¿sigues deseando de la misma manera?
“No sé si de la misma manera, ¡sino mucho peor! Siempre pensé que la mejor manera de envejecer con dignidad era convertirme en un viejo verde: y lo he conseguido (risas). Es un deseo más feroz que antes, pero más imposible. ¡Es una cosa terrible!” ¿Por qué imposible? “Pues porque… (trastabillea)… ¡Porque ya no me dejan!” Ah, pensé que por razones fisiológicas… “¡Noooo! (carcajada). Yo vivo en un menage a trois con la CIA y con la KGB” ¿De qué hablas? ¿Te tienen bien vigilado? “Este… pasemos a la siguiente pregunta (risas locas)”. ¿Te está pellizcando Jimena (su pareja) a un lado tuyo? “No, no… ¡pero casi!”