RUTA SONORA
como usted la vio en La Jornada
15 febrero 2015
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Los Premios GRAMMY:
CADA VEZ PEOR
Kanye West intentando desacreditar los premios Grammy otorgados a Beck por su disco Morning Phase // foto: Reuters |
Hace un año, este
espacio (ver aquí: Ruta Sonora 31/01/14 )
abundó sobre la farsa que hay detrás de los premios Grammy que otorga la estadounidense Academia Nacional de Grabaciones, Artes y Ciencias (NARAS, por sus siglas en inglés). En resumen, las tres
trasnacionales que acaparan las producciones híper-comerciales (Sony-BMG, Universal y Warner), son las mismas que dictan lo
que ha de escucharse, para luego premiarse a sí mismas.
Esto es: tales
disqueras funcionan como fábricas en serie que promueven sus productos e
intervienen económicamente (payola)
para que a base de repetición excesiva, impacten en el gusto masivo. Así, lo
más popular termina siendo, no lo más pedido, sino lo más sonado, es decir, lo
más pagado. El Grammy gratifica a lo
que más se vendió; recupera la inversión, con ganancias, y le hace pasar por
“lo más popular”.
Paul McCartney, Rihanna y Kanye West, en la ceremonia de los premios Grammy 2015 |
Ello no significa que
no haya talento en mucho de lo premiado. El problema está en que se deja fuera
de la atención mediática a artistas que no pertenecen al círculo la industria,
pero sí están impactando el rumbo de la creación musical. Se hace pasar a esta
ceremonia como una distinción a la creatividad, cuando es sólo un gran
comercial. Esto no sería ominoso, si existiera además una premiación de tal
alcance, que sí reconociera la calidad. Pero no la hay (aunque en Inglaterra
están los no tan desprestigiados Brit y Mercury, pero son muy locales) Esto afecta la percepción de
la audiencia, así como la de los empresarios para contratar, las productoras
para programar, las emisoras para difundir. Por fortuna, aunque con menor
impacto, tal reconocimiento existe en medios impresos y digitales, blogs y algunas
emisoras de radio.
Premiación esquemática.
Salvó mención a Ferguson.
Prince pronunciándose por Ferguson |
A veces al menos la
ceremonia es divertida, pero el 8 de febrero se llevó a cabo una de las más
aburridas y esquemáticas de la historia, de no ser por el ridículo y risible
acto del hip-hopero Kanye West al
subirse al escenario a desacreditar al cantautor Beck por ganar tres gramófonos (Mejor Álbum de Rock, Mejor Álbum del Año, Mejor Arreglo para Álbum -no clásico), en favor de su elegante disco Morning
Phase (amén de que es su álbum más flojo, tras joyas como Oddelay,
Mutations o el gran Sea Change, por los que no había
ganado nada). Otros momentos afortunados fueron los pronunciamientos de Prince (“los álbumes, los libros, aún
importan; las vidas de la gente negra aún importan”), Common, Pharrell, Beyoncé, entre otros, en torno al asesinato de Michael Brown Jr en Ferguson. Fuera de eso, la mayoría de
las canciones pop sonaron igual (a R&B descremado), el nuevo tema de Madonna no rasguñó a nadie, la
interacción Paul McCartney-Rihanna-West
estuvo para dormir y el intérprete inglés más galardonado, Sam Smith, representó al canto de lobby-bar más somnífero y anodino
que pueda haber. Predeciblemente, se premió como productor del año a Max Martin, quien está detrás del
sonido homogeneizador de las plásticas Ariana
Grande, Nicki Minaj, Katy Perry, Iggy Azaela, Taylor Swift, Jesse J. Todo ello, como
parte de la misma descomposición y desmorone.
Lo deseable
Michael Jackson y Quincy Jones en los Grammy 1984, cuando el disco Thriller arrasó con los premios. |
Lo deseable es que
coincidiera lo comercial con la calidad, así sólo se calificara al pop.
Ejemplos al azar: en 1964 la mejor nueva banda fue The Beatles; en 1974, el álbum del año fue Tapestry de Carole King; en 1978 Rumours,
de Fleetwood Mac. En 1980 (en que
¡por primera vez! se incluyó al rock como categoría) ganó Bob Dylan como mejor cantante del género (compitió con Frank Zappa, Robert Palmer, Joe Jackson).
En 1981, nominados a grupo de rock: Pink
Floyd, Queen, Pretenders, Blondie. En 1984, postulados a disco del año: Michael Jackson, David Bowie, The Police, el soundtrack de Flashdance (Giorgio Moroder). A partir de los años 90, las cosas empeoraron,
aunque como punto a favor, la presencia de músicos afroamericanos, hasta la
fecha, ha vivido su mayor auge.
El declive de la
industria radica en el abismo que le separa de lo que ocurre realmente en la creación
musical, tanto en vivo como a través de internet. Es un club conservador que
arropa a unos cuantos, más por relaciones públicas que por arte, cuyo espectro
es limitado (otro ejemplo: en los 60 y 70, ni la psicodelia ni el punk fueron
registrados).
Cuando Arcade Fire ganó en 2011 un Grammy a Mejor Disco del Año 2011 por The Suburbs, disco de genuina calidad |
Protegen a lo que
según sus criterios, vende. Pero lo malo no es vender, sino que lo puesto en
venta es cada vez más básico y pobre.Desdeñan y boicotean (porque
les hacen sombra) a los artistas de calidad que llenan festivales, y les siguen
llamando “independientes”, aunque sean más numerosos que los afiliados a sus
grandes sellos. Y aunque a veces guiñan el ojo a este tipo de músicos, forjados
desde el talento genuino (Amy Winehouse
en 2008, Arcade Fire y Black Keys en 2011, Daft Punk en 2014, Beck ahora), es
inevitable ver cómo ese castillo de cristal se sigue desquebrajando (lista completa
de ganadores 2015 en www.grammy.com).