Mi breve encuentro con
Cerati en 1997
Cerati en 1997
Gustavo Cerati |
Gustavo Cerati nació un 11 de Agosto de 1959.
Hoy cumple 55 años de vida, aunque 4 años en estado de coma, tras un tristísimo accidente cerebro-vascular.
Como humilde recuerdo, les comparto una pequeña crónica publicada por su servidora en 1997 en la revista Laberinto Urbano (donde era editora de la sección de rock), a partir del breve encuentro que tuve con él y Zeta Bosio, tras el concierto de la gira de "despedida oficial" de Soda Stereo en el Palacio de los Deportes, en backstage. Cerati aún no anunciaba oficialmente que seguiría como solista, pero muchos lo intuíamos.
Tres veces en mi vida dialogué brevemente, cara a cara, con Gustavo Cerati, como fan disfrazada de periodista, de persona que no lo acosa. Fui exitosa en mi camouflage, aunque fuera unos minutos, pues logré mirarlo a los ojos y que me sonriera sincero. Era menos pedante de lo que se decía. No fueron encuentros que él pudiera recordar, seguramente. Pero sí que yo pudiera atesorar, porque cada uno de ellos fue encantador y bello... al menos para mí. Y cada uno implicó una anécdota extraña, inusitada... Otro día contaré las otras .
La pequeña experiencia que ahora compartiré, tuvo un preludio insospechado. Yo buscaba a Gustavo Santaolalla, que entonces fiesteaba mucho en el DF. Me había prometido meterme a backstage, si nos veíamos en un punto en específico. Pero ese momento no llegaba. Mis recuerdos están algo borrosos, pero tengo claro que de pronto, mi búsqueda se vio acompañada por 2 personajes: los periodistas musicales Paco Zamudio y Daniel Segundo (en paz descanse). Dimos vueltas al Palacio de los Deportes, sin éxito, hasta que (no recuerdo el momento), de pronto hallé a Santaolalla, y no pude hacer nada para meter a mis amigos. Sólo entré yo con aquél.
Vi salir en una camioneta a Charly Alberti, con cara de furia. Era evidente que ya no se tragaban. Adentro, frente a una mesa miserable, de esas que se arman, de plástico, algo mugrosa con patas de aluminio, estaban sentados Zeta y Cerati. Los platos de "comida" eran muy poco apetitosos: pollo frito, todo seco, y un puré de papa de cajita, sobre platos de unicel, con tenedores de plástico. Refrescos de a litro y vasitos. Glamour cero. Con caras medio de asco, comían de esa horrible cena a regañadientes.
Gustavo Cerati. Ojo rojo, ojo azul. |
En la cabecera de la mesa rectangular se sentó Santaolalla. Yo me senté frente a Zeta. Cerati me quedaba de frente pero a la derecha. Yo no me atrevía ni a mirarlo, de los nervios. Mientras el productor argentino dialogaba con Zeta yo permanecía callada, azorada. No quería regarla. Cerati no nos hacía caso. Estaba con una modelo mexicana, morenita, alta, muy guapa. Tenía una buena razón. Pero intervino cuando escuchó lo que yo le decía a Zeta sobre el concierto: que había sido muy festivo, alegre, y que me encantaba que no hubiera tenido un halo mortuorio o de lágrima fácil. Eso le llamó la atención a Cerati: "Estoy de acuerdo", dijo. Y fue cuando empezó a dialogar conmigo (yo petrificada), lo que más abajo leerán.
Lo que en la crónica periodística no conté, es que al final le dije algo personal: "Quiero decirte que el primer concierto al que fui en mi vida, a los 14 años, fue a uno de Soda Stereo a la Universidad del Valle de México. Y fue la primera vez que un chico 'me metió mano". Lo cual le dio mucha risa. "¿En qué canción fue? ¿Lo recordás?", preguntó. Pero no. Yo no lo recordaba. Sonrió hermoso. Se despidió de mí de beso en la mejilla, todo sencillo. Tomó a la morenita de la mano y escapó cortesmente.
No tengo ninguna foto de eso porque: no dejaban entrar cámaras a los conciertos. No cualquiera tenía celular (y si hubiera tenido uno.. no tenían cámara, ja ja).
Así lo narré entonces:
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CERATI:
"No lo dejamos todo a la nostalgia"
México DF. Septiembre de 1997.
Ojo de ojera roja lucía Cerati el 30 de Agosto, tras el primer concierto que dio en toda su gira Concierto Final, que recorrerá Caracas, Santiago de Chile y Buenos Aires. Y es que esas dos no fueron de nostalgia. Nada más presentes que las noches capaces de celebrar la música y los cuerpos agitados por la pasión: la de este trío, una equilibrada, en la orillita del amor, con vendavales a la cara y cigarrillo en boca.
Sensaciones habitantes de una ciudad propia, la que Soda Stereo construyó durante 15 años. Tres lustros de hacerle al impecable, al juego virtual, a la exquisitez color de plata.
Luz a medias, buen vino, pero bocinas en alto y cuerdas a lo río acaudalado. Singularísimos, como para que toda una generación en Latinoamérica los mirara para y desde arriba. Esas noches, 40 mil acudimos a amar de nuevo las armonías pop en español que sólo un grupo de acá abajo ha logrado crear. Elegancia y furia de ciudad. Viajes eléctricos. Viajes electrónicos. Sensualidad y precisión. Se apagaba el Stereo, pero se prendía más que nunca. Y a clavarse porque, dijo el de a lado, "no los vamos a ver más".
"Pero si te fijaste, no era un ambiente de velorio, sino de celebración. No se trataba de plasmar todo el tiempo una sensación de 'ya se acabó', ¿viste?", me dijo la voz y cerebro del trío bonaerense, Gustavo Cerati, mientras cenaba.
Soda Stereo en la gira Concierto Final. 1997 |
Se preparaba para el segundo día, en el que los desperfectos aumentaron (hubo una baja de energía durante 10 minutos, en los que dejaron de tocar. Cerati tuvo que parar a media Música Ligera para recomenzar con guitarra nueva), pero el furor por la banda también creció.
Zeta Bosio y Charly Alberti seguirán por su lado. Pero es imposible que un artista como Cerati, quien está haciendo sonar la guitarra como nunca, deje de crear sueños... ya sin soda juvenil tal vez... pero con una calidad a todo stereo.