Ruta Sonora apócrifa20 de Junio 2022
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Venta de boletos #CC22: el abuso descarado
El que se agotaran los boletos tan rápido, de forma inédita en un festival de este perfil, en un momento en que la ciudadanía pasa un momento económico difícil tras pandemia, con precios que casi alcanzaron los 9 mil pesos, causó demasiadas sospechas. No parecían haberse vendido de forma "orgánica" sino artificial a manos de, cabe sospechar, la reventa local (ilegal en México), que como ya se ha comprobado en diferentes ventanas periodísticas (Ruta Sonora, La Jornada 21/09/18 https://bit.ly/2Nt22dv), suele estar coludida con Ticketmaster.
El segundo desaguisado fue hacer notar lo falso o absurdo de las "fases" de venta. De entrada, ¿cómo es posible que por un mismo producto o servicio, se cobren diferentes cantidades de dinero, a capricho del vendedor, sin mediar condiciones de por medio? Y es que la compañía boletera no publica cuánto tiempo dura cada fase o a qué cantidad de boletos vendidos obedece cada lapso de venta. A decir de la Asociación Civil Belforo, dedicada a la protección del consumidor, "el omitir información por etapa y el condicionamiento a un mayor precio, es una práctica comercial abusiva", según los artículos 25 BIS y 43 de la Ley Federal de Protección al Consumidor (https://bit.ly/3tFRVoU).
En sus inicios, las "fases" tenían razón de ser como oferta de mercado (mientras más anticipadamente se compraran los boletos, más económicos; mientras más cerca el festival, más caros), pues existían fechas aproximadas límite (por ejemplo: primera fase en junio, segunda fase en julio y agosto, etcétera) y la compra iba siendo paulatina, orgánica, creíble. Sin embargo, cuando esta vez los usuarios habituales de tales servicios se percataron de que la compra masiva fue inmediata (algo inusual) y que la mayoría de las quejas en redes consistieron en que no pudieron comprar boletos, no sólo perdieron sentido las "fases" (la variación de precios fue entre un horario y otro, y no entre meses), sino que tal hecho irregular levantó suspicacias e hizo sospechar que la compra pudiera haber sido acaparada por los revendedores. De hecho, en este momento, el único modo de adquirir entradas es a través de la reventa.
Prácticas irracionales
Libertad de consumo limitada
Es preciso que más voces se sigan elevando en contra de este despropósito cínico e impune. Que las condiciones de compra sean mucho más claras y transparentes. Que se legislen los huecos existentes y se pongan restricciones o límites a estos abusos. Que la Procuraduría Federal del Consumidor actúe de forma efectiva ante las denuncias constantes.
Las
acciones de Ocesa son propias de un monopolio que al contar con más recursos y
poder, contrata a muchos de los artistas internacionales que los afines al rock
y la electrónica de calidad desean presenciar y ninguna otra compañía puede
traer. Al haber poca competencia entre quienes programan a tales artistas, la
capacidad real de elección de compra se ve anulada. No puede hablarse de una
verdadera libertad al haber coacción psicológica y al no contar con otras
opciones. Podría decirse que "basta no comprar", pero ésa es una
respuesta ciega, superficial, conformista. El acceso a la música en vivo de
calidad sí es un derecho cultural y tiene que ser garantizado, sin que esto
implique ser víctima de abuso.