porque el espacio en el papel nunca es suficiente...
ENTREVISTA a Aurelio Asiain.
Originalmente publicada en el semanario FRENTE (sept 26 2013).
Versión completa sin editar.
texto: Patricia Peñaloza
fotos: Aurelio Asiain / tomadas de su sitio http://www.flickr.com/photos/ionushi/
blog de A.Asiain: http://aurelioasiain.com/
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AURELIO ASIAIN:
Poesía,
Japón y Twitter
¿Cómo
te presentarías ante alguien que no sabe nada de ti?, pregunté al escritor,
poeta, ensayista, editor, traductor, crítico y fotógrafo mexicano Aurelio Asiain (ciudad de México, 1960).
“Le diría: ‘oye, qué bárbara, qué ojos tienes’, ¿no? Depende de la chava”,
contestó entre risas. A Asiain le gusta armar polémica; es arrogante,
perfeccionista, estricto, pero jamás solemne: se toma menos en serio de lo que podría
pensarse, aunque es muy serio cuando amerita. Algunos asiduos a Twitter creen
que sólo es un “poetuitero” (como si, por cierto, escribir poesía ahí restara valor
literario), y no alguien cuya poesía fue descrita por Octavio Paz en 1990 como “frutos verbales, transparentes (…);
objetos sensuales y carnales iluminados por la inteligencia (…). Lucidez:
ironía y melancolía”.
Quien
de 1983 a 1998 fue secretario de redacción y editor responsable de la revista Vuelta
(espacio de difusión y crítica literaria fundado por Paz), además de República
de Viento (1990), Edición de Autor (2004), ¿Has
visto el viento? (2008), Estrofa (2010), ha publicado entre
2012 y 2013 tres libros más de poesía: Urdimbre, Lo que hay es la luz
(edición conjunta de poesía y fotografía) y La Fronda. Muchos de los
poemas, aforismos y palíndromos que aparecen en esta triada, fueron dados a
conocer originalmente en Twitter (lo
que está en el tercero, en su totalidad). Si bien en México ya han sido
publicados dos libros de mini ficciones a partir de tuits (83 novelas y El viajero del tiempo, de Alberto Chimal, 2012), un libro de
perfil poético como La Fronda no
había sido editado: suceso atractivo, muy de su tiempo, que da permanencia
física a lo divulgado en un medio digital en apariencia fugaz, vindicado por
ende como legítimo para la creación.
Asiain
es mucho más que un tuitero: es un poeta exquisito y un
lector intenso. “Aurelio casi ha leído más que yo”, le dijo un día Paz a Tulio H. Demicheli, narra éste en su
blog. Y es que Paz le tenía mucha confianza y compartía con aquél, criterios
literarios similares. Apadrinado por Gabriel
Zaid, discípulo adolescente del poeta Tomás
Segovia, autoridad en poesía japonesa (sobre todo desde que vive en aquel
país desde 2002, primero como agregado cultural en Tokio, luego como
catedrático de la Universidad de Kansai
Gadai en Kyoto), actual miembro del consejo editorial de Letras
Libres, Asiain es un personaje cuya obra y reflexión en torno a la
poesía, valen la pena mirar más allá del Timeline.
Sensuales paisajes minimalistas
Sin Título // Aurelio Asiain |
La
obra poética de Asiain construye paisajes minimalistas a punta de árboles,
nubes, agua, silencios, a los que concede atributos humanos, siempre con aire
de alma sin quebrar y con un ritmo de pausas móviles cual si fuera dibujando lo
que escribe, de forma elegante, sin abigarramiento ni pretensión. Aborrece los
lugares comunes pero goza de travesear las frases hechas; gusta de la ironía,
los juegos de sentido y de despojar de todo tinte soez a elementos que podrían
serlo en contextos menos poéticos. Su mirada cínica pero sensible combina un
aparente azoro primigenio, con la conciencia de saberse un poeta que trabaja
con la forma y con la idea, como afirmaría en esta charla:
“Es
un poco ridículo presentarse como poeta. Yo me describo como editor: de eso he
vivido siempre. Ahora digo que soy profesor. Me describo por lo que me cobran
impuestos (ríe). Es complicado describirme. La novela es fácil de describir:
tiene trama, personajes. La poesía no se trata de eso. Para recomendar a un
poeta hay que decir: es buenísimo. O no. No sirven las descripciones: el
interés de un poema es el texto mismo. Pero sí puedo decir qué tipo de poeta
soy. Algunos poetas se definen por su forma de pensamiento; a algunos les vienen
imágenes… Yo no. Yo escribo con formas. Se me puede ocurrir un verso y sé que
el siguiente tendrá nueve sílabas y el acento caerá en la tercera o en la
cuarta… Tengo mucha conciencia formal. Soy más un poeta de oído que de ojos. Me
preocupa la estructura del poema”.
La emoción del pensamiento
Sin título // Aurelio Asiain |
A
propósito de su estilo, basado en la síntesis de ideas, le recuerdo la frase de
Rubén Darío, “La música es la idea”,
y le pregunto si su poesía tiene que ver con ello. Precisa: “Llamamos música a
sonidos con ritmo, sucesión, repetición. Pero una cosa es la música que se oye,
y otra el ritmo del pensamiento. Paz usa mucho esa imagen cuando habla de rimas
mentales. Darío quería decir que la combinación de ideas, conceptos e imágenes,
también es un fenómeno rítmico, aunque no sea sonoro. Y eso es la música de
ideas”.
Sobre
su obra, retoma: “Hay poetas para quienes lo importante es la oralidad, el
lenguaje coloquial; la violencia o fuerza de ciertas imágenes. Para otros lo
importante es el léxico. Los más populares son esos para quienes lo importante
es la expresión sentimental, como Jaime
Sabines o Mario Benedetti. En
poetas como Paz, se trata de otra cosa: algunos dicen que es un poeta muy frío,
sin emociones. Pero para poetas de su tipo, como son también Stéphane Mallarmé o Wallace Stevens, la emoción está en el
pensamiento. Les emociona lo que están pensando. No tiene que ver con
cuestiones afectivas, ni con lazos sentimentales sino con el descubrimiento de
ciertas afinidades o analogías. Es un proceso mental, que resulta muy emocionante.
Es la emoción de la geometría o el orden, digamos. Así que la poesía que me
importa y que hago es de ese tipo. No es que sea sólo así, pero es a la que me
adscribo”.
Cercanía con Paz
Octavio Paz // foto: El Mundo |
En 1978, Asiain obtuvo la Beca Salvador Novo del
Centro Mexicano de Escritores; fue parte del Sistema Nacional de Creadores de
1994 a 1996, y en 1990 obtuvo el III Premio Internacional de Poesía Fundación
Loewe. Desde
muy joven, se movió en un ambiente literario. Su madre, traductora para el
Fondo de Cultura Económica, cursó uno de los primeros programas de traducción
del Colegio de México, y llevaba a Aurelio de niño; uno de los titulares era Tomás Segovia, de quien supo desde
entonces. Sin embargo, conoció a la poesía, dice, “algo tarde, hasta los 15
años”. En su casa, dice, “había pocos libros de poesía… Segovia sería mi
maestro después. Él leía y decía mucha poesía, lo que es muy importante. En la prepa conocí a Juan García Ponce, Salvador Elizondo y Jorge Ibargüengoitia, porque eran los papás de mis amigos. Al último
que conocí fue a Gabriel Zaid, en
casa de Francisco Segovia y Carmen Boullosa, donde también coincidí
con José María Espinasa y Francisco Hinojosa. Zaid estaba armando
algo llamado la Asamblea de Poetas
Jóvenes”.
Comenzó
a colaborar en Vuelta a los 22 años, invitado por Zaid. Fue cuando Asiain reseñó
un libro de Jaime García Terrés, el
cual no le gustó, que conoció a Paz, quien como director, lo llamó y citó en su
casa; le dijo que García Terrés era su amigo, así que no sólo publicaría su
reseña sino otra que hablara positivamente, la cual escribió Paz mismo: “así lo
conocí, cerca de 1982”, narra.
Ya
como secretario de redacción, comenzó haciendo el índice de la revista, hasta
llegar a elegir a los autores: “Hablaba con Paz todos los días por teléfono.
Nos entendíamos muy bien en términos de juicio editorial, incluso cuando no
estábamos de acuerdo. Conversábamos primero sobre el trabajo: a veces podíamos
hablar una hora de ello, y otras, sólo unos minutos; después charlábamos de
otras cosas. Sobre todo de poesía. Por ejemplo, decía: ‘He estado leyendo a
Quevedo, ¿se acuerda de tal y tal?’ O de Neruda o Darío. Hablábamos de lo que ambos
estábamos leyendo. Me consultaba: ‘llegó un poema de fulano, o un texto sobre
tal, ¿qué le parece?’. Él tenía mucha confianza en mi criterio”.
Sobre
los últimos días de Paz, recuerda: “Un día me llamó y dijo: ‘hay un poema mío
que dice tal y tal… ¿en dónde está?’ Y yo: ‘en Ladera Este’, por decir. Contestó: ‘Es que no podía encontrarlo’. Eso
me impresionó mucho porque tenía una excelente memoria. Eso fue para mí un
síntoma de que algo ya no estaba bien. Pero no fui mucho a verlo en su última
etapa. Soy una persona poco sentimental”.
Japón: poesía y concreción
"Both of them pine in isolation" // Aurelio Asiain |
En
Japón, además de múltiples ensayos, Asiain ha editado una valiosa Antología
de Poesía Mexicana (Gendai Mekishiko Shi-shu, 2004), así
como tres libros en torno a la poesía de aquel país: Veintitantos poemas japoneses
(compilación, traducción y comentarios, 2005), Luna en la hierba, medio centenar de poemas japoneses
(compilación, traducción y comentarios, 2007) e Ikkyu Sojun, un puñado de poemas (traducción, 2010).
Por
ello, tema ineludible es su relación con la poesía de Japón, así como el
vínculo entre ésta y Octavio Paz, quien
fue relevante impulsor, entre otros en el siglo XX, de la literatura antigua
japonesa, y quien tuvo la visión occidental de que la poesía en ese país,
practicada con rigor, es una forma de conocimiento y una profesión de fe. Por
ser un tópico que Asiain bien conoce, le cuestiono al respecto y precisa: “No
es que los japoneses vean la poesía como un camino espiritual. Aclaro esto,
resumiendo los momentos de acercamiento occidental a la poesía japonesa: el
primero fue con Rubén Darío; entre
otros, estaba encantado por su exotismo, pero resultó un acercamiento decorativo.
El segundo fue con José Juan Tablada,
quien vio en dicha poesía una lección formal, técnica, retórica; una lección de
ética poética. El tercero fue con Paz, quien descubrió la figura de Matsuo Bashō [siglo XVII]: lo que ve en él, es
un modelo de lo que debiera ser un poeta, la imagen ideal de quien está
dedicado a la tarea poética, la cual es un aprendizaje entre filosófico,
religioso y moral; una idea de que el poeta es una especie de místico, un asceta.
No es que los japoneses crean eso; es más bien lo que los occidentales vieron
en Bashō. Esa visión de Paz coincide (años 50 y 60) con la época de los beatniks, los hippies, los Beatles, el
yoga, el hare krishna; todo ese
orientalismo occidental, relacionado con la contracultura, lo marginal, las
drogas. Formó parte de ese paisaje cultural. El acercamiento de Paz a la poesía
japonesa tiene que ver con todo eso: en primera instancia se acerca a Japón por
Tablada, hace haikús, traduce poemas,
pero cuando comienza a dar conferencias sobre cultura japonesa en 1954, habla
del Japón que conoce a través de Donald
Keene [escritor
y traductor japonés-estadounidense, intérprete de esa cultura], que es un Japón
distinto al que interpretó Tablada, o sea, una visión más informada”.
En
1971 Paz escribió, al lado de los poetas Jacques
Roubaud, Edoardo Sanguineti y Charles
Tomlinson, el libro Renga, atraído por la idea de la
creación colectiva que olvida la noción individualista del autor, siguiendo la
forma canónica japonesa de mismo nombre (renga
es “poemas encadenados”), usual en aquel país entre los siglos VIII y XV.
Asiain comenta que aunque Renga es un
poema fallido (además de que no cumplía con la forma estricta, pues en realidad
hicieron un reshi: una cadena de
poemas a lo occidental), dicho libro tuvo un efecto importante en Japón (que
Paz no alcanzó a ver con claridad, apunta) gracias al crítico japonés Makoto Oka, quien al leer Renga tuvo ánimo para impulsar una nueva
forma de poesía multilingüe.
Matsuo Bashō // ilustración antigua |
Asiain
refiere que el último encuentro de Paz con Japón tuvo que ver con la
simplicidad, con el “viaje hacia sí mismo”, pues vio en dicha poesía “otra
posibilidad del ser”. Le pregunto si para él eso es también la poesía. Antes de
llegar a ello, acota: “Paz escribió esa frase en su ensayo Tres momentos de la literatura
japonesa (1954); corresponde a la primera etapa en que habla del tema y
tiene que ver con su experiencia vital tras visitar ese país. Yo no había
reparado en esa frase de Paz, hasta que se la oí decir a Donald Keene, ya viviendo yo allá… Pero no tiene nada que ver con
mi acercamiento a la poesía japonesa. No recuerdo cómo empecé a interesarme en
ella. Evidentemente tuvo que ver con Paz, quizá por traducciones de él a Bashō o por conversaciones con aquél.
La cosa es que a fines de los 90 ya estaba yo muy interesado. Ahora, de Japón
no me atrae lo contemporáneo: ni el manga
ni Godzilla ni los gadgets ni las multitudes ni toda esa
cosa frenética. Lo que he leído y me entusiasma es la poesía clásica. Tras
vivir en Tokio, elegí mudarme a Kyoto porque es la capital antigua y es lo que
me interesa. Nunca fue mi intención quedarme, y ya llevo once años”.
Dado
su interés en aquélla, y que la poesía de Asiain es concisa, minimalista, le
pregunto si la poesía japonesa influyó en su estilo. Lo niega: “En mi formación
me sentí mucho más atraído por poetas no japoneses: Wallace Stevens, Giuseppe Ungaretti, Francisco de Quevedo… de
Japón, quizá Fujiwara No Teika [siglo XII]. Soy más afín a la
poesía italiana o portuguesa. Siempre me ha interesado ser concreto, sintético.
Como dije, de Japón me interesa la poesía de los siglos XII a XV, un período de
poesía muy enrarecida, con rasgos comunes al barroco español. Es poesía
compleja, retórica e intelectualmente. Me interesa porque tiene que ver con la
poesía que yo hago. Y bueno, leer mucha poesía japonesa sí influye. Y no sólo
leerla, sino estudiarla; ser muy consciente de sus procedimientos retóricos y
de sus particularidades estilísticas. He aprendido cosas, como que en la poesía
japonesa la metáfora no tiene el papel central que tiene en la poesía
occidental. Otra cosa que me interesa es el tipo de relaciones simbólicas que
establece la poesía japonesa con la propia tradición, así como cierta idea que
tiene de la naturaleza. No es que la haya absorbido, pero sí me ha dado lugar
para reflexionar sobre el asunto. Aunque si veo la poesía que estoy escribiendo
ahora, tiene más que ver con lo que yo escribía antes”.
Lo que hay es la Luz
"Duck Wave" // Aurelio Asiain |
A
propósito de su cercanía con la naturaleza, la editorial mexicana La Joplin publicó en 2012 el
arte-objeto de colección Lo que hay es la luz, una caja de
edición limitada que reúne en amplias láminas, 30 poemas suyos, con sendas
fotografías. Estos poemas fueron publicados primero en Twitter: 36 versos, donde cada verso fue un tuit. Su reto fue
escribirlos de corrido, para que no
se mezclaran los tuits de otros en el
timeline. “Hacer eso exige una
tensión especial y no todos los días está uno de ánimo para hacer una jugada así”,
refiere.
Y
como indica el título, en las imágenes predomina el juego de la luz de otoño
sobre el agua. Todas las fotos fueron capturadas en Japón y en general, parecen
haber sido pinceladas en acuarela: “Primero elegí los poemas y luego las
imágenes que sentí que tuvieran un feeling
parecido entre sí. Me gustó armar ese libro; no había hecho algo así antes.
Para mí, poesía y foto son mundos aparte y no los había reunido. Aunque, si
hallo algo en común, es que cuando hago una foto, lo que sé muy bien es
componer. Nunca busco un encuadre. La tomo así, ‘pum’ y ya. De la misma forma
en que escribo una línea”.
El poeta actual, sin autoridad
Aurelio Asiain / foto: Carla Verea Hernández |
Le
pregunto si cree que el poeta sigue siendo alguien que incide en la sociedad.
Es tajante: “Ninguno. Los poetas nunca han representado nada. Una cosa son las
figuras públicas, o que por ejemplo, Paz tuviera una voz muy importante: la
tenía no porque fuera poeta en sí, sino porque su obra había tenido repercusión
internacional, había ganado crédito intelectual, por lo que ganó respeto. Los
poetas mismos, quienes quizá vendan 500 ejemplares, no tienen ninguna
relevancia para la sociedad”.
Ante
lo dura de su aseveración, inquiero si no es afín a la responsabilidad
intelectual o a opinar respecto de lo que pasa en México, por ejemplo. Reitera:
“No, eso es algo de otras épocas. Si Paz tuvo ese papel, es porque venía de una
tradición romántica, según la cual los poetas deben transmitir el punto de
vista del arte o el espíritu de la tradición cultural. Esa figura ya no existe.
La hubo en una época en que no tenía tanto peso la televisión ni había
internet”.
-
¿Ahora quién la tiene?
-
Nadie. Los intelectuales no tienen hoy día la autoridad que tuvieron hace 30 o
50 años, cuando al señor Presidente
le importaba lo que dijeran… aunque en realidad no le importaba.
-
¿Sientes que a Paz, a Carlos Fuentes,
a Carlos Monsiváis, por ejemplo, no
les hacía caso la sociedad?
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¿Qué gente les hacía caso? ¿La clase ilustrada de la ciudad de México? ¿Unas 50
mil, 100 mil personas? ¿A cuántos estudiantes de la UNAM? ¿300 mil? A muy pocos
en realidad. Eso es muy ilusorio.
Twitter y La Fronda
Tuit de Aurelio Asiain // De su perfil en Twitter |
Con
10.7 millones de cuentas, México está entre los diez países que más usa Twitter, junto con Estados Unidos,
Inglaterra, Japón y Brasil; y de acuerdo con el Instituto Cervantes, el español es la lengua más utilizada en esa
red social, después del inglés. Al respecto, es significativo que Aurelio
Asiain haya publicado el libro La Fronda, cuyo contenido poético
(aforismos, palíndromos, sentencias en prosa, epigramas) fue originalmente
“tuiteado”.
Algunos
tienden a desacreditar la validez literaria de un libro así. Al respecto, en el
Periódico de Poesía (febrero, 2010 http://bit.ly/feXQSh ) Asiain ya había expuesto
50 puntos sobre escribir en Twitter. Por ejemplo, afirmó: “sí es un espacio de
escritura: publicar es poner un texto a disposición de otros, más allá del
espacio privado; así, quien escribe en Twitter, publica. Ahí hay grandes
escritores que no habían publicado en otro medio: a veces no se les considera
como tales porque sus obras no se imprimen, aunque también hay escritores que
publican en medios tradicionales, que en Twitter escriben con poca gracia. A mí
me interesa descubrir ahí escritores. Quien dice que Twitter es fugacidad, es que no
recuerda lo que lee; no subraya, transcribe ni guarda para sí, cotidianamente.
Mucho de lo que se escribe en Twitter es memorable; su fugacidad sólo está en
la desatención y la indolencia; pero también, mucho de lo que se escribe, bueno
y malo, se perderá para siempre, pero así está bien y así es con todo”.
portada de "La Fronda" |
Al
respecto, detalla: “En Twitter, el que el espacio sea limitado, permite y prohíbe
ciertas cosas que en otro lado no pasaría. Lo interesante es el fenómeno de la
difusión, que es engañoso. Nunca sabes cuánta gente te está leyendo realmente;
puedes tener 20 mil seguidores, y al momento del tuit sólo te ven cien, pero le interesa a 20. Aunque esa sensación de
que te están leyendo en el momento, provoca una escritura particular. El asunto
de la retroalimentación también es engañoso. Es raro que un poema inicie una
conversación: la respuesta ahí a un poema no es mayor a cuando publicas un poema
en una revista o un libro. La respuesta puede ser favorable o desfavorable,
pero distinta a cuando publicas en papel. Lo primero es fulguración y lo
segundo tiene un carácter memorable”.
Sobre
la legitimidad de lo literario en Twitter, recalca: “La literatura es una
manera de leer; cualquier texto puede ser visto como literatura. Al hablar se
crea literatura, pero no la reconocemos. El que algo se convierta en literatura
y permanezca, está en que la reconozcan. En ese sentido va La Fronda. Twitter es una plataforma para producir literatura;
distinta, pero válida como cualquiera. No es efímera: yo conservo de forma
ordenada y clasificada, todo lo que he publicado ahí con clara intención y
responsabilidad literaria. La Fronda
es un libro en el que la preocupación por la escritura poética, la poesía en
sí, es el tema central”.
-
Sientes que Twitter incentiva la escritura?
-
Sí, y eso es importante. Mucha gente se ha puesto a escribir, sin haberlo hecho
antes. Me interesa la gente que pasa del tuit
a la escritura formal. Todo ello está provocando que la gente lea más, lo cual
es también importante.