escrito por: Patricia Peñaloza
HOMENAJE A DANIEL GIMÉNEZ CACHO
en el XV Festival Internacional de Cine de Guanajuato
Daniel Giménez Cacho al recibir la medalla de la Filmoteca / foto: Jesús Herrera |
Guanajuato, Guanajuato. La noche del lunes 23 de julio, en medio de un Teatro Juárez a reventar, se arrodilló ante el público -ese espejo lleno de ojos que te inventa a punta de aplausos- el actor mexicano Daniel Giménez Cacho, conmovido por el reconocimiento que el Festival Internacional de Cine de Guanajuato estaba a punto de otorgarle, por sus poco más de 20 años de prolífica, comprometida y espléndida carrera histriónica.
DGC con la Cruz de Plata |
Generoso y modesto como suele ser, el actor de 51 años, con la voz atenuada por el nervio, expresó al recibir de Guadalupe Ferrer, directora de la Filmoteca de la UNAM, la medalla que otorga dicha institución, recuperada de los procesos de restauración de los negativos que ahí se resguardan, así como al recibir la Cruz de Plata, símbolo del GIFF: “Agradezco este reconocimiento, pero siento que el homenaje en realidad va para todos nosotros; dicen de todas las películas en las que actuado, que son ‘las películas de Daniel’, pero es tanta la gente que trabajó detrás de ellas, quien la escribió, quien la dirigió, quien me llamó a mí… Lo importante aquí es que logremos juntarnos, seguir fortaleciéndonos como gente que hace cine, para defender este tipo de trabajo que hacemos, el cual es una lucha que también merece un homenaje”.
CHARLA CON EL PÚBLICO:
Cuando dices “ya la hice”,
empieza tu decadencia.
Daniel Giménez Cacho y Luis Tovar en el Teatro Juárez / foto: Jesús Herrera |
Al otro día, en el mismo foro, quien ha participado en poco más de una treintena de largometrajes (y cerca de otros 30 cortos), tuvo una charla de dos horas con su público y con gente de cine. A los organizadores les dio por llamar a esos encuentros "Conferencia Magistral", a lo que un día antes, en privado, el actor dijo a quien escribe que le parecía rimbombante el nombre de la charla: "¡y dos horas! ¿que voy a decir?"
Por la mañana del martes, con el crítico de cine Luis Tovar como moderador, ante unas 200 personas, se dio una charla que parecía ocurrir en la sala de algún hogar. Retomando el tema del homenaje, subrayó: “Esto me lo dan a mí pero es un reconocimiento como comunidad cinematográfica a lo que estamos haciendo; es reconocernos a nosotros mismos. Uno sólo representa un personaje, pero se van fijando en ti por la suma de lo que vas haciendo, pues eso va reflejando y hablando de uno como actor, de acuerdo a lo que eliges hacer, o por qué haces lo que eliges”.
La pasión de Daniel es el oficio actoral, al cual puede darle vueltas una y otra vez sin repetirse ni cansarse. Así que fue tocando varios temas, a petición de los convidados.
"No le puedo hacer esto a mi compadre"
como "el Doctor" en "Colosio" |
A propósito de su reciente actuación en la controvertida Colosio: el Asesinato (2012) de Carlos Bolado (2012), recordó que a inicios de los años 90 en el cine no se hablaba de lo que nos pasaba como sociedad, “quizá por autocensura o por miedo; hacer esta película hasta ahora, con ese buen nivel de producción, es un gran paso. Hace mucho había un guión al respecto, pero nadie se animaba a hacerlo, aún se sentían ‘los tentáculos’. Otros no se atrevían porque ‘no le puedo hacer esto a mi compadre’. Y bueno, resulta que el viejo compadre poderoso ha regresado”.
Ser un vehículo social
DGC charlando con el público |
También habló sobre cómo es imposible conocer la fórmula para que una película o un personaje sea exitoso: “Yo lo que creo que ocurre es que a veces una película coincide con algo que está pasando en el momento y provoca gran cosa entre la gente. Porque a veces una muy buena película no tiene eco. Cuando se identifican contigo o con la película, es que estás siendo un catalizador. A veces no es que guste lo que haces en sí, sino que te conviertes en el vehículo de algo social. Los deseos de la gente pasan a través de ti, pero es importante saber que si no eres tú, sería otro. Por eso lo que sí puedes entrenar es ser un buen vehículo para que la cosa fluya con gracia, pues pasa a través de ti. Eso me pasó cuando hice Hamlet (de William Shakespeare) un texto muy conocido, pero hagas lo que hagas, ese texto pasa a través de ti, y le gusta o no a la gente. El problema de la vanidad no es moral sino de perspectiva. No eres el gran emanador, sino un vehículo, nada más.
La televisión diluye al actor
Daniel en entrevista con medios / foto: Jesús Herrera |
Respecto de los diferentes escenarios y formatos donde actuar, refirió que la televisión actual te diluye como actor, pues ya sólo se buscan caras atractivas, se les dicta qué decir, y lo que menos importa es el trabajo actoral; importa que sean efectivos, que la toma quede y a lo que sigue. En el cine, refiere, al menos en México, hay que llegar con todo muy bien aprendido; se rueda porque no hay mucho tiempo y cuesta mucho dinero. El teatro es donde mejor se puede uno formar como actor, y donde vas profundizando en el oficio mismo; además de que ahí se pueden hacer cosas que en el cine no: puedes mezclar tiempos y espacios, hacer coincidir personajes que no coincidirían en tiempo ni lugar como para hacerlo verosímil; en el teatro puedes estar donde quieras estar, sólo porque lo decretas”.
Actores naturales
En torno a la labor de los “actores naturales”, a los que recurren directores como Carlos Reygadas, por ejemplo, expresó que su existencia “te cuestiona como actor, si lo hace bien y nunca había hecho nada antes como tal, y quizá lo ves y lo hace mejor que un profesional; eso es incuestionable, si es que funciona para la película. Me parece bueno que existan y nos cuestionen. Lo mediocre, es pensar que ‘ya llegaste’ a tu mejor lugar y las cosas deben decirse así o hacerse así; cuando dices ‘ya la hice’, empieza tu decadencia. Estos actores rompen con el mito de que el actor está allá lejos, la estrella, el mito. Todas esas construcciones tienen un mero fin comercial, pero al verlos te das cuenta de que entonces cualquiera puede ser actor, y al contrario, hay que aprender mucho de ellos”.
"Hay momentos en que la actuación te acerca a la locura"
España y Almodóvar
escena de "La mala educación" |
Respecto de trabajar dos años en España, relató que su experiencia fue grata en cuanto a trabajar con Pedro Almodóvar (La mala educación, 2004) pero por otro lado, en un sentido general, fue amarga: “Cuando llegué a España a vivir y trabajar como actor, me decían que me tenía que vestir de tal y tal forma, que tenía que hablar como español, cómo moverme, cómo decir… y si no conoces bien al público al que vas, es muy difícil, estás atinándole. Para lo que me sirvió vivir allá fue para darme cuenta de que soy mexicano. Cuesta mucho trabajo como actor globalizarte, te diluyes, pierdes carácter y particularidad. El caso de México es impresionante porque en realidad no hay mucho dinero, y aun así figura en festivales y se piensa que el cine aquí es potente. Pero lo que ha tenido resonancia es que hacemos cine muy local en sus formas, y mientras más local y característico, más universal. Nuestra fuerza está en hablar de lo que está pasando en nuestro entorno, de lo que conocemos y tenemos cerca. En ese sentido somos más auténticos y universales, en vez de fingir”.
Sobre el mismo Almodóvar, refirió que fue una experiencia difícil pero retadora: “Te das cuenta de que estás trabajando con sus obsesiones, él lo hace todo, está nervioso, como si siempre estuviera haciendo su opera prima. Entonces te hace temblar, pues hay que hacerlo muy bien, tal y como él lo dice, o te vas. Pero esa exigencia hace que te involucres y que todos entremos en esa misma tensión, lo cual se agradece. Está chafa cuando todo se empieza a caer, cuando todo alrededor empieza a perder rigor y apasionamiento y todos hacen lo que quieren.
Libertad actoral
escena de "Profundo Carmesí" |
Como ente que forma parte de un equipo en una filmación, Daniel disfruta mucho más a los directores que permiten mayor libertad: “En general soy muy tolerante como actor, respecto de lo que dicta y siente el director, pero me choca cuando sientes que está fluyendo la vida en una escena y dice: ‘corte’. Sería mejor si lo dejara fluir, pero finalmente uno entra en la perspectiva del director; es algo muy íntimo de quien dirige y tienes que entrarle y respetarlo. Por ejemplo, Arturo Ripstein es así, muy vertical y cuidadoso (Profundo Carmesí, 1996). En cambio, Jorge Fons en El Callejón de los Milagros (1995) nos dejaba hacerlo todo nosotros, ni sentía que nos dirigiera. Yo valoro mucho cuando se suman creatividades y se da mucha libertad. Es riesgoso, pero interesante.
Exploración que no termina
En charla con el público. foto: Jesús Herrera |