RUTA SONORA
por Patricia Peñaloza
publicado primero en La Jornada, 31 Enero 2014.
¿CREE USTED EN LOS PREMIOS GRAMMY?
La farsa
Daft Punk recibe uno de 5 premios Grammy el pasado 26 de Enero, por Random Access Memory // foto: Washington Post. |
Cuando se vive sumergido
en el mundo musical, ya sea a nivel macro
o independiente, muchas veces uno da por sentado que los temas de dicho
universo son del conocimiento popular. Sin embargo, cuando en pleno 2014 uno
sigue notando que tanto público como medios de comunicación serios, siguen creyendo
y difundiendo que los premios Grammy son genuinos y se otorgan
porque fueron “ganados” en un cien por ciento “gracias al talento de los
creadores”, se ve preciso recordar lo que realmente son.
Si bien no todo es “malo”
en esta ceremonia anual, y en ciertas categorías (jazz, country, clásico) los
reconocimientos coinciden con la calidad creativa, hay que esclarecer para lo
que fueron creados en Estados Unidos por la Academia Nacional de Grabaciones,
Artes y Ciencias (NARAS, por sus
siglas en inglés) en 1959: para “mejorar la calidad de vida de los hacedores de
música y preservar la existencia de la industria”. Pero en los hechos, no se
refiere del todo a los compositores e intérpretes, sino a la maquinaria
comercial que aún prevalece, cuyo control proviene de las tres grandes
disqueras monopólicas (Sony-BMG,
Universal, Warner).
Estas disqueras son prácticamente
empresas de publicidad que buscan promover sus productos, por lo cual intervienen
económicamente (payola) para hacerlos
aparecer en radio, televisión, comerciales, soundtracks,
espectaculares, piratería, y cuanta plataforma posible, para que sean oídos todos
los días en todos lados. La gente termina gustando de los temas que oye todo el
tiempo y de las emisoras (la mayoría) que siguen ese esquema (lo contrario, las
menos, son las que eligen su repertorio basado en la calidad artística o en un
perfil musical de claridad conceptual). Para dar seguimiento a lo “más sonado”
(o lo más payoleado), existen
publicaciones (record reports) que
dan a conocer el Top 40 del momento. Esto genera una cadena: emisoras
menores que no reciben estímulos económicos o en especie (viajes, productos,
promociones que dan rating), programan
con base en los record reports, en
aras de ser más oídas. Así, lo que acaba siendo más “popular” no es “lo más
pedido” sino lo “más sonado”, o sea, lo más pagado.
Por ende, lo que la
Academia “premia” en los Grammy es eso
que resultó ser más popular, gracias a que la misma industria pagó para que lo
fuera. Casi una broma. Esto no significa que los artistas que ahí ganan premios
carezcan de calidad del todo, sino que la atención que se les da es excesiva e
injusta, respecto de los centenares de artistas que no están en los planes de
tendencias a marcar de la industria. Además, muchos de los actos premiados son
intérpretes-producto, que cantan temas de compositores genéricos que igual dan
sus temas para Katy Perry o Taylor Swift que para Bruno Mars. En otras ocasiones, son
intérpretes cuyo concepto ha sido absorbido de algo “alternativo” para darlo diluido
a las masas; un ejemplo es Lorde, a
quien le fabricaron un look y
concepto “oscuro”, derivado del sonido de creadores genuinos como Zola Jesus o The XX, éstos, de gran éxito a nivel “no comercial” (etiqueta impuesta, porque sí llenan
grandes foros).
Paul McCartney y Ringo Starr actuaron juntos en los Grammy 2014 |
La actuación de creadores
respetados como Paul McCartney y Ringo Starr, Carol King o de Nine Inch
Nails con Queens of the Stone Age
y Lindsey Buckingham de Fleetwood Mac (acto que fue cortado en la transmisión, lo
cual fue reprobado con un fuck you
por Trent Reznor –NIN– en Twitter), es usada para “legitimar” lo
que en realidad es un circo, donde causas nobles, como el casorio de parejas gay, con
todo y Madonna vaquera, pierden
seriedad. Caso de sentimientos encontrados es el de Daft Punk (5 Grammy por Random
Access Memory), dueto francés de probada calidad electrónica (con mejores
álbumes previos, como indicó este espacio en mayo http://bit.ly/1dRgcXC), que con Pharrell Williams, respetado productor,
armó el macanazo de 2013 a punta de artificial
sobre-exposición. Da gusto que un dúo que gusta a todos niveles, tenga ese
alcance; pero da tristeza saber que fue por firmar con Sony y por haber sido “la
payola del año”, y prácticamente sólo por una canción: Get Lucky. Dato curioso es que el disco
de Kanye West, Yeezus, contiene mejores beats, creados por Daft Punk, y
prácticamente no figuró, quizá porque a él “ya le tocó” en ocasiones previas,
aunque su trabajo sea mejor ahora.
Esto deriva en una
dicotomía absurda, que evidencia lo artificial de una industria que se niega a
ver la realidad, pues los festivales más concurridos, como Coachella, Lollapalooza, Bonnaroo, Glastonbury, suelen atiborrarse por un público que sigue a artistas
no requeridos por los Grammy, aun
siendo laureados por la crítica impresa y medios digitales: Nick Cave, Vampire Weekend, Sigur Rós,
Grizzly Bear, Postal Service, James Blake, Arctic Monkeys, Primal Scream, The
National, etcétera. Después de todo esto, ¿sigue usted creyendo en los premios
Grammy?