Patti Smith: rock crudo, feroz,
elegante, atemporal
por Patricia Peñaloza // fotos: Rockets Music, Lulú Urdapilleta, Notimex
la musa y poeta del punk, Patti Smith // foto: Rockets Music
Con dedicatorias especiales a la periodista Regina Martínez y a los tres fotorreporteros recientemente asesinados en Veracruz, a Adam Yauch (MCA) de los Beastie Boys, fallecido el viernes, a Frida Khalo y Diego Rivera, y al escritor chileno Roberto Bolaño, la poeta del punk Patti Smith, veinteañera en alma todavía, ofreció hora y media de música feroz, elegante, atemporal, llena de distorsiones tanto audibles como espirituales, bajo una luna espectacularmente más cercana a la Tierra de lo usual, cosmogonía que en la fresca noche del sábado 5 fue completada por un hermoso teocalli de fondo, en el Museo Diego Rivera Anahuacalli.
Con el alma desbordada, capaz de seguir electrizando a una audiencia de entre 20 y 60 años (cerca de 5 mil), gracias a que sus palabras y música no pertenecen a corriente de moda alguna, sino a la corriente furiosa de ese río que son las almas sensibles, sin dejar de repetir que estaba muy emocionada por ésta su primera actuación en México, efectuó una explosiva travesía a lo largo de su discografía (Horses, 1975; Radio Ethiopia, 1976; Easter, 1978; Wave, 1979; Dream of Life, 1988; Gone Again, 1996; Trampin, 2004, entre otros) y emitió sus canciones más emblemáticas, con dos de los músicos originales de su banda setentera: su inseparable coautor Lenny Kaye en guitarra, Jay Dee Daugherty en batería; también: Tony Shanahan en bajo y teclados (la acompaña desde los años 90), y su mismísimo hijo Jackson Smith en guitarra requinto. Sin una micra de decadencia y con la dignidad artística en alto, pues junto con Kaye no ha dejado de componer, grabar, actuar, su banda sonó vigente.
Bajo un inofensivo chipi-chipi, una vez que terminó de tocar la joven banda invitada, Saint Maybe, de sonido folkie, un tanto aburrida, cuyo cantante buscaba imitar a Bob Dylan, apareció radiante la estadounidense Patti Smith, con jeans, playera blanca y saco negro; con su cabello hirsuto, su cara lavada, su desaliñe, sigue desafiando los estereotipos de la belleza occidental, para ocupar el espacio con otra belleza más alta. Porque sin parafernalia, ni en el atuendo ni en el espectáculo, el rock crudo y atemporal se manifestó de inicio a fin, aun con melodías suaves. “Hola, brothers and sisters” (hola, hermanos y hermanas), dijo la también escritora, al aparecer y mover la mano con ademán infantil.
El público, aunque exaltado, se comportó adusto, con los más jóvenes al frente saltando y los mayores de 30 (la mayoría) hacia atrás en el aforo al aire libre. Dancing barefoot, Space Monkey, Free Money, Ghost Dance, My Blakean Year, surcaron corazones. A sus 65 años, Patti no pierde convicción en sus palabras, contagiosas como sus movimientos, aún lúdicos, aún sensuales.
Smith, con guitarra acústica en mano, improvisó cantando (en inglés): “en 1970… vine a la ciudad de México, buscando a Frida Khalo, tenía 23, estaba sola sin nadie que me calentara… vine y pensé libre... in Mexico City!” Después, seguidora de Bolaño por su retrato de México en el libro Los Detectives Salvajes, dedicó la gran Beneath the Southern Cross, que por los nervios tuvo que parar, porque se equivocó, para comenzarla de nuevo, ante el aplauso cómplice del público. El tema inició suave y atmosférico, hasta encenderse y crear un hermoso caos de distorsión e intensidad. Después recordó a la banda de punk neoyorquina Television, así como al líder de la misma Tom Verlaine.
Patti Smith anhelando la paz // foto: Lulú Urdapilleta
Patti salió de escena para dejar a sus músicos interpretar un antiguo tema de la época Nuggets (compilado de Kaye del garage y protopunk de los años 60, editado en 1972), aguerrido, punkérrimo.
“Queremos que sepan que repudiamos los hechos y que hoy más que nunca necesitamos a los buenos periodistas con nosotros”, indicó enérgica al recordar a los periodistas caídos en Veracruz con Peaceable Kingdom. En el público se alzó una pancarta: “No más sangre”, que se mantuvo también durante la poderosa People have the power.
Afín a la pasión de Rivera y Kahlo, les dedicó Because the night, que compusiera con Bruce Springsteen. “Son muy privilegiados de tener este lugar (el Museo); aprécienlo, visítenlo, siéntanse orgullosos de él”, agregó. Cerró gloriosa el primer segmento con Gloria, original de Van Morrison, pero hecha suya con esa gran frase: “Jesús murió por los pecados de alguien más, pero no por los míos”.
Tras el encore, recordó a MCA: “era un muy buen amigo; esta canción es para decirle adiós”, y voló con la hermosísima Wing. “Adiós, Adam, ¡te amamos!”, remató al final. Entonces las centellas, la luna, el viento y las cabecitas enloquecieron cuando empezó a recitar Babelogue: “no he cogido lo suficiente con el pasado, pero sí lo he hecho plenamente con el futuro…” para acto seguido partir madres con la gran Rock n’ roll Nigger: "outside of society... is where I want to be!" La sinergia, la sinceridad, la defensa de los derechos humanos, el amor a la Tierra, fueron un solo torbellino: “¡queremos agua limpia, queremos aire, queremos paz, queremos libertaaad!” Y con ese grito, Patti Smith selló una noche histórica, febril, amorosa, conmovedora, con la frugal promesa de volver.
Jackson Smith, Tony Shanahan, Jay Dee Daugherty, Patti Smith, Lenny Kaye
y el vocalista de Saint Maybe, banda abridora, como invitado en "Rock n Roll Nigger" // foto: Rockets Music
setlist del concierto