Festival 72810:
buen sabor de boca tras
una primera edición
por Patricia Peñaloza
buen sabor de boca tras
una primera edición
por Patricia Peñaloza
El basamento más grande del mundo, la Gran Pirámide de Cholula o Templo de Chiconaquiahuitl (dios de las nueve lluvias), con sus 18 siglos de historia detrás, fue el marco energético para tan inusual festival musical, ocurrido el sábado 10 de marzo pasado, entre las 11 de la mañana y las 3 de la madrugada del domingo: el Festival 72810, nombrado a partir del código postal de la zona, al que asistieron 7 mil personas, con saldo blanco y un buen sabor de boca, sellado por la fastuosa actuación de Public Enemy, que se pronunció contra el racismo hacia los mexicanos en Estados Unidos, contra la Ley Arizona y contra la posible construcción de un muro en la frontera entre ambos países.
Había que asistir a Cholula a tan inusitada eventualidad, casi por el solo hecho de que ocurriera. ¿Un festival de imagen “indie”, con artistas no tan hipsters, pero dos-tres de onda, aunque con personajes históricos incluidos como el citado combo pionero de rap-core o el ex Bauhaus, Peter Murphy, con tres escenarios, a las faldas de la Gran Pirámide? Sonaba rarísimo. Y además: Blonde Redhead, Modest Mouse, Datarock, Felix da Housecat, entre decenas más. Insisto: había que ir.
Con una producción modesta pero de calidad, buen sonido, imponentes escenarios, pudo romperse el mito de que éstos tienen que estar a kilométricas distancias para ser funcionales. Con una buena coordinación, dos de ellos, colocados frente a frente, sonaban uno a la vez con gran timing; el tercero a cierta distancia podía juntarse con el sonido de los otros, pero una vez que como público te colocabas al frente de cada escenario, el sonido de los otros desaparecía. El espacio total no era demasiado amplio, sólo lo suficiente para no estar apretados, pero hasta eso, bastante cómodo. Fácil habrían cabido otros 5 mil más, y no habría sido demasiado.
Otro punto a favor es que los precios de bebidas y alimentos eran bastante accesibles. De entrada, el boleto de $650 no era gran cosa. Otros ejemplos: las cervezas dobles costaban $50, los litros de ron, vodka o tequila a $80; el agua a $25; un plato de 3 tacos de carne de res a $40; banderillas de queso, salchicha, jamón, etc: $15 cada una. Y así sucesivamente.
Musical y anímicamente, el festival se lo llevó de calle el súper combo Public Enemy, con sus integrantes originales. Con Chuck D y Flavor Flav al frente, sus guitarras tronadoras y su lírica llena de actitud política, hicieron estallar el polvo, el funk, el ritmo, las rimas, la distorsión. A pesar de que a medio show hubo fallas de sonido que mantuvo a las bocinas en silencio unos 10 o 15 minutos, el baterista y la gente mantuvieron el ritmo con las percusiones, las palmas y los coros, sin agüitarse un instante. Con una actuación de hora y media, devolvieron la fuerza a los miles de asoleados sobrevivientes del festival. Eran las 3 de la mañana y estos visionarios del rock & rap cerraban honrosamente la larga jornada: Brothers gonna work it out, She watch channel zero, Don’t believe the hype, Burn Hollywood Burn, Fight the power, entre muchos otros temas.
Le siguió en profundidad y arte el legendario Peter Murphy, con vampírica aunque contemporánea actuación. Con gabardina negra y movimientos que emulaban un posible vuelo oscuro, hizo desfilar un glorioso repertorio, con dos temas de Bauhaus (In the Flat Field, Silent Hedges, Stigmata Martyr), dos covers maravillosos (Hurt de Nine Inch Nails para abrir, y Ziggy Stardust de David Bowie, para cerrar), y sus afamados bellos temas A strange kind of love y Cuts you up, entre otros. Elegancia performática, enigma atemporal.
Calidez y belleza estuvieron adelante con el trío neoyorquino Blonde Redhead. Pop cansado aunque simpático, el de Modest Mouse. Cerca de dos horas de baile con Felix da Housecat. Decepción con el bailecito trasnochado de Datarock. Sorpresa mezcladora con Z-Trip, curiosidad new wave con Hussle Club.
De México, Quiero Club como banda sorpresa y Austin TV estuvieron entre lo más destacado, así como Telefunka, sus trajes espaciales y su viaje electro-funk. Torreblanca y sus sentidas melodías. Furland y su feliz melodía sideral. URSS bajo el Árbol y su ruido cósmico. Bailongo loco con Los Wookies, Mexican Dubwiser y SLKTR, entre varias bandas mexicanas más (checar mi preview detallado por cada banda, en La Jornada).
En balance, el Festival 72810, organizado por la productora Albino, dejó una buena impresión, con ganas de que este tipo de conciertos descentralizadores crezcan y vuelvan a emitirse con la tranquilidad con la que se llevó a cabo, aunque con cada vez más público y audacia.